ESCARRAMÁN:
un apellido singular
Una publicación colaborativa de: Víctor Escarramán Hernández (padre), Estefany Escarramán Bello, y Víctor Manuel Escarramán Hernández (hijo)
A quienes en esta isla el destino nos asignó llevar el apellido Escarramán repetidas veces nos preguntan ¿de dónde vienen?
Es la apelación que nos ha metido en la marejada de las investigaciones y que nos ha permitido responder con la historia siguiente.
Después de mucho escarbar en distintas fuentes históricas, la búsqueda produjo resultados, aunque también dejó algunos vacíos por los saltos temporales dada la falta de registros documentales.
Relata el libro Familias Dominicanas del investigador Carlos Larrazábal Blanco, tomo III, página 109, que los señores, alférez Francisco Escarramán (1668) y Miguel Escarramán (1755) habrían sido los primeros en Quisqueya en llevar con dicho apellido según las partidas de nacimientos, casamientos y defunciones a los que el investigador tuvo acceso. No refiere el autor el motivo de la llegada de Francisco y Miguel a la Hispaniola ni la razón de la diferencia de 87 años entre ambos. Sin embargo, la palabra ‘alférez’, asignada a Francisco nos hace presumir su condición de militar de la armada española, probablemente enviado como parte de alguno de los regimientos de los que la Corona Española había establecido en la isla o en otros de los países de América como Cuba, Puerto Rico o México.
Foto de los datos sobre el apellido recogidos en el libro «Familias Dominicanas».
Con una diferencia de 106 años el Diccionario Biográfico Histórico Dominicano del historiador puertoplateño Rufino Martínez nos obligó hacer una escala en la estación de los anexionistas de 1861.
El intento de anexión de la Hispaniola como feudo de la corona Española en el Caribe contó con el apoyo de la reina Isabel II de Borbón, durante su reinado entre 1833 a 1868, gobierno llamado “De Unión Liberal,” y que el 19 de mayo de 1861 dictó en Aranjuez un Real Decreto proclamando el 18 de marzo de 1861, la reincorporación de la República Dominicana como provincia española.
La alocución del decreto leído por intermedio de Pedro Santana, pretendía oficializar la anexión e invitaba a los dominicanos a aceptar la desaparición de la República que ya era un Estado-Nación, instaurado por Juan Pablo Duarte y los patricios en 1844.
El referido diccionario reseña a José Escarramán quien habría ingresado a la isla por Puerto Plata y que antes de su arribo a Quisqueya había pertenecido a la Reserva militar española con rango de oficial, acantonada en el país.
En la obra El proceso de Restauración de la República 1861—1865, el historiador vegano Alfredo Rafael Hernández transcribe un documento oficial de la corona española titulado Edicto Conminatorio desde Gran Cay, de fecha 30 de enero de 1864.
Se trata de un emplazamiento judicial que hacían los Fiscales militares españoles y que publicaban en cada edición de la Gaceta de Santo Domingo.
En él, se exhortaba a los militares que habían desertado o ausentado de sus regimientos, de los cuales se desconocía su paradero.
Con dicha invitación se les conminaba a presentarse a su batallón correspondiente. Como los jefes militares españoles suponían que los ausentes, se habían pasado al lado de los restauradores dominicanos, amenazaban con enjuiciarlos y condenarlos a un Consejo de Guerra que generalmente terminaba en el fusilamiento.
El edicto dice:
Don Juan Penado de León y de León, Capitán de la segunda Compañía del Batallón infantería de Valladolid, primero de línea y Fiscal de la Comisión permanente creada en esta Capital. Hallándose ausentes de esta Plaza los individuos Jorge Prudencio de la O, Ramón Dimi, Santiago de Peña, Anacleto de Peña, Silvestre Jaque, Blas Reynoso, Isidoro Arias, Tornan Merced, Guillermo Padilla, Hilario Merced, Silvestre Gabino Frisca, José del Carmen, Juan Linares, Juan Reynoso, Pedro Arias, Manuel Arias, Isidoro Arias, Manuel Nolasco, Martín Ciriaco, Lorenzo Ciriaco, Ramón Aracena, Santiago “el Tuerto”, Francisco Sánchez y Rodríguez, José Calisto, Isaías, Fermín Familia, Tomas Familia, Santiago de los Santos, Pedro Guzmán, Juan Pablo “el Cigarrero”, Evaristo Polanco, Juan Lantigua el viejo, Agustín Mena, Celestino Ureña, Juan Vegano, José Reyes, José Gómez, Secundino López, Brito López, Fermín Castillo, Juan Peniche, Eugenio Flete, Juan Hermenegildo, I Felipe Díaz, Anacleto Díaz, Nicasio Hermenegildo, Quintín de la Costa, Ignacio Ruiz, Ceferino Ruiz (a) chápiro, Ignacio Melo, Quito Melo hijo, Pedro Segundo el de Yásica, Pedro Tomás Ortega, Ramón Cruz, Ceferino Cruz, Neco, Subteniente de las Reservas José Román, José Escarramán, Quenco capitán de Marmolejo y Manuel Reyes, a quienes estoy procesando por haberse revelado contra el Gobierno de S. M., y usando de la jurisdicción que la Reina Nuestra Señora (q.D.g.), tiene concedido en estos casos por sus Reales ordenanzas a los Oficiales de su Ejército, por el presente, cito, llamo y emplazo por tercer edicto y pregón a los ya citados, señalándoles el Cuartel de la Fuerza de esta plaza para que se presenten en persona desde la publicación de este edicto, para sus descargos y defensas, y de no comparecer en el referido plazo, se les seguirá la causa y sentenciará en rebeldía por el Consejo de Guerra de la Comisión Militar permanente por el delito que recrezca la pena más grave, entre el de rebelión y él que causó su fuga, haciendo el cotejo de una y otra pena, sin más llamarles ni emplazarles por ser esta la voluntad de S. M. Fíjese y pregónese este edicto para que venga a noticia de todos. Cuartel de la Fuerza de Santo Domingo a los veinte y seis días del mes de enero de mil ochocientos sesenta y cuatro. Visto Bueno. El Fiscal, Penado León. Por mandado del Fiscal Carmelo López. Santo Domingo; 31 de enero de 1864. Publíquese en la Gaceta oficial. De orden de S. E. El coronel jefe de Estado Mayor, Félix Ferrer.
El documento sugiere que eran muchos los reservistas españoles y de distintos rangos que dimitían de las fuerzas españolas acantonadas en la isla y se sumaban a las tropas dominicanas.
Aunque desconocemos las razones de la dimisión de José Escarramán de su regimiento español para apoyar los intereses dominicanos, su abdicación, le generó importantes amistades con varios de los principales defensores de la gesta restauradora, siendo uno de ellos el general Gregorio Luperón.
La ficha biográfica que presentamos a continuación orienta en ese orden:
El recuadro a continuación obtenido en el Catálogo de la Academia Dominicana de Historia (Diario militar), evidencia la participación de José Agustín, hijo de José Escarramán, haciendo el papel de testigo de primer orden en una discordia entre Gregorio Luperón y el expresidente de la Republica José Antonio Salcedo (Pepillo), fusilado este último, por disposición de su adversario político Gaspar Polanco Borbón en 1864.
Según el historiador Rufino Martínez, biógrafo de José Escarramán, su hijo José Agustín quien gestionó la exhumación del cuerpo de su progenitor, caído en combate contra los anexionistas identificó el cadáver de su padre por una pulsera de oro que siempre llevaba en una de las muñecas. Desde entonces José Agustín se integró a la guerra en defensa del mantenimiento de la independencia dominicana, reemplazando con valor la baja de su padre y logrando sobrevivir a la guerra hasta 1921 cuando fallece.
Al gesto anterior se suman dos de sus hermanos quienes también se integraron a la causa al ser enviados desde Puerto Plata a la comunidad de Moca. La versión se obtiene de la obra: El proceso de Restauración de la República 1861—1865, del historiador vegano Alfredo Rafael Hernández, “quien cita la obra del investigador Emilio Rodríguez Demorizi Próceres de la Restauración. Noticias biográficas, vol. XII.
En la misma Rodríguez Demorizi recoge los nombres de los luchadores prorrestauración del Cibao y otros pueblos. En la imagen que sigue aparecen los hermanos Jacinto y José (Enrique) Escarramán, recuadro correspondiente a moca. Es oportuno precisar que en esa zona (centro del Cibao) había nacido nuestro abuelo paterno Manuel de Jesús Escarramán Díaz, cuyos padres se habían establecido en la comunidad de Bonagua, hoy perteneciente a la provincia de La Vega, pero en aquella época, al igual que la comunidad de Moca pertenecían a la jurisdicción vegana.
El apellido Escarramán
Su origen ha sido objeto de laboriosos estudios por parte de historiadores y genealogistas.
La búsqueda nos lleva a la región de Cantabria en el norte de España, donde a lo largo de los siglos habría dejado una huella en la vida política, social, cultural y económica, tanto en el gobierno local como en las tradiciones cántabras.
Investigaciones realizadas en el portal orígenes de los apellidos sostiene que proviene de un asentamiento ancestral en las montañas, pero su raíz es un rompecabezas que aún se sigue agitando. Otra versión reseña que se originó del nombre de un personaje del hampa sevillana a partir de 1588, que dio origen al título de un baile, una danza lenta y lasciva denominada Zarabanda, de ritmo ternario desde mediados del siglo XVII. Esa versión se relaciona con la llamada poesía burlesca II (Jácaras y Bailes) de Francisco De Quevedo. Sobre la figura del personaje de obras teatrales, distintos clásicos han creado un arquetipo del rufián, del jeque, valiente pero amoral estudiado por distintos especialistas, como el folclorista y lexicólogo Francisco Rodríguez Marín y la filóloga y poetisa italiana Elena Di Pinto, quienes dejaron trabajos que refieren la existencia de un corpus escarramanesco en obras donde Escarramán aparece ya sea como figurante o como baile, en un periodo muy concreto desde finales del siglo xvi hasta principio del xviii. Testigos de esa tradición es un personaje con el nombre “Escarramán” que aparece en un entremés de Cervantes titulado El rufián viudo llamado Trampagos, donde participa. En sus distintas facetas el personaje transmuta al verso en las obras del dramaturgo Antonio Hurtado de Mendoza y en las del poeta Alonso de Ledesma. A partir de 1620 aparece como personaje principal “El gallardo Escarramán” en obras del novelista y dramaturgo Salas Barbadillo.
La etimología del término »escarramán» es todavía incierta. El significado es objeto de debate entre los expertos en genealogía. Algunos sostienen que deriva de un término del antiguo idioma cántabro con un significado de «hombre valiente» o «guerrero audaz» y que ha tenido variaciones por factores lingüísticos en la forma de su pronunciación. Desde la óptica de la dramaturgia al apellido se les asocia un simbolismo relacionado a personas animosas, perseverantes en la superación de obstáculos, en la empatía y la compasión.
Portada y fragmentos del libro de Quevedo
Entremés del Rufián Viudo llamado Trampagos
Miguel de Cervantes Saavedra
Recuperados de la Biblioteca Virtual Cervantes